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El peligro de conciliar lo que no se puede conciliar.








San Ezequiel Moreno

La falsa unión de lo que no se puede conciliar, es la estrategia actual del demonio. Buscar “unir” en el error a dos verdades inconciliables mediante una diplomacia excesiva y un falso ecumenismo, es la mejor opción para (al igualar la verdad con el error) quede la verdad desfigurada y como uno de los demás dioses del Panteón. Al quedar la verdad disminuida, la moral misma se vuelve relativista, ya que distintas morales no pueden conciliarse sin que la verdadera se corrompa.
Aquellas cosas que no se pueden tolerar juntas por su propia naturaleza, son las que intentan conciliar los llamados católicos liberales, que utilizan del credo que dicen profesar, para acomodarlo y adaptar sus dogmas y su moral, para que estos no disuenen con las máximas del mundo moderno:

 “Antiguamente la táctica de Lucifer era desunir a los católicos, envidiando que fueran una sola alma para servir a Dios, y tuvieran ellos un solo corazón para amarle; pero hoy ha mudado de táctica, y trata de unir a los que deben estar separados, porque conoce perfectamente que cada paso que avance el liberalismo en el campo católico, es nueva conquista para él... Cuanto más lejos nos coloquemos del error, menos peligros tendremos de caer en él”.

San Ezequiel Moreno.


“No hay ninguna herida, ninguna lesión en el orden intelectual que no tenga consecuencias funestas en el orden moral e incluso en el orden material, y por esto nos aferramos a combatir el mal en su principio, a terminar con él en su causa, es decir en las ideas. Los mismos cristianos, viviendo en medio de esta atmósfera impura, no evitan completamente el contagio; aceptan con facilidad muchos errores. Cansados de resistir en los puntos esenciales, a menudo, cansados de luchar, ceden sobre otros puntos que les parecen menos importantes, y no siempre se aperciben, y a veces no quieren apercibirse hasta dónde pueden llegar con su imprudente debilidad. Entre esta confusión de ideas y falsas opiniones, nos toca a nosotros, sacerdotes de la verdad incorruptible, poner obstáculos y protestar con el gesto y de viva voz; dichosos si la rígida inflexibilidad de nuestra enseñanza puede detener el desenfreno de la mentira, destronar los principios erróneos que reinan soberbiamente en las inteligencias, corregir los funestos axiomas que se autorizan ya con la sanción de los tiempos, iluminar en fin y purificar una sociedad que amenaza hundirse, envejeciendo, en un caos de tinieblas y desórdenes, donde sería ya imposible distinguir la naturaleza y todavía menos el remedio de sus males”.

“Si se trata de la verdad religiosa, enseñada y revelada por el mismo Dios; si va en ello nuestro porvenir eterno y la salvación de nuestra alma, ya no hay más transacción posible. Me encontraréis inquebrantable y habré de serlo. Es la condición de toda verdad el ser intolerante; pero la verdad religiosa siendo la más absoluta y la más importante de todas las verdades, es por consiguiente también la más intolerante y la más exclusiva”.

Cardenal Pie, sermón predicado en Chartres, 1841. La versión entera puede leerse aquí.


“El gran peligro que amenaza hoy a los católicos y a una amplia parte de la jerarquía, es el deseo de conciliar cosas que son inconciliables”.

Dietrich von Hildebrand.

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